OPCIÓN 1:

En esta modalidad, las propuestas de las Comunicaciones seguirán la línea temática principal de la nueva edición del Congreso y del Festival: Folk Horror o Terror rural.

La base del terror rural o del Folk Horror se fundamenta en la transmisión de lo terrorífico a través del folclore, la mitología, las leyendas y las supersticiones. Una peculiar derivación de lo terrorífico y lo fantástico, cuyos orígenes se remontan a la literatura, a los cuentos populares, etc. de finales del siglo XIX que, posteriormente y con su particular estética, eclosionarían en las diversas cinematografías mundiales a partir de los años sesenta y setenta. Este cine, atravesado por el ingrediente sobrenatural y sus concomitancias con la brujería, los movimientos neopaganos (como la Wicca), la contracultura hippie, el legado de ocultistas como Aleister Crowley o Austin Osman Spare, o el propio miedo a todos estos cultos y sectas, dará como resultado la reaparición de creencias ancestrales que permearán sobre los distintos modelos culturales y artísticos hasta la actualidad.

Este subgénero de lo fantástico en general, y del terror en particular, toma como base tres largometrajes británicos fundacionales conocidos como la Unholy Trinity: Witchfinder General (Michael Reeves, 1968), Blood on Satan’s Claw (Piers Haggard, 1971) y The Wicker Man (Robin Hardy, 1973). Con estos títulos, e ineludibles referencias anteriores como Häxan (Benjamin Christensen, 1922), Night of the Demon (Jacques Tourneur, 1957) o Hour of the Wolf (Ingmar Bergman, 1968), se fraguará el caldo de cultivo necesario para la consolidación de estas ficciones donde son frecuentes la presencia de los espacios naturales y salvajes, el aislamiento de los personajes, la adopción de creencias y supersticiones, o la culminación de toda la narración en algún tipo de invocación, ceremonia o ritual transformador.

El terror rural, además, tiende a reflejar una constante estética y narrativa: la civilización o el progreso vs. otros modos de entender el mundo a partir de lo arcaico, lo “tradicional” o bajo los márgenes de la ley. Este aspecto, junto a los mencionados, quedará inoculado en los futuros contenidos culturales y artísticos, que harán que se expanda el terror rural allende las fronteras del territorio británico durante las siguientes décadas, reinterpretándose en cada país a su propia realidad política y sociocultural. Desde los Outback Films australianos o las historias japonesas de fantasmas, hasta el estereotipo de la “América profunda”. En este último caso, por ejemplo, bajo aspectos menos sobrenaturales y ahondando en el conflicto entre las dos Américas mediante los tópicos de la White Trash, gracias a títulos como Deliverance (John Boorman, 1972), The Texas Chain Saw Massacre (Tobe Hooper, 1974) o The Hills Have Eyes (Wes Craven, 1977).

Como es sabido, el terror rural ha llegado también hasta nuestros días a través de sus distintos modelos de expresión y coexistiendo con otros subgéneros (como el Survival Horror o el Slasher): desde videojuegos (The Excavation of Hob’s Barrow, Through the Woods, etc.) o autores literarios (H.P. Lovecraft, Stephen King, Adam Nevil, etc.), hasta inundar el mundo del cómic (Alan Moore, Scott Snyder, Emily Carroll, etc.), las artes plásticas (Sara Deck, Tomás Hijo, Audrey Benjaminsen, etc.) o las nuevas producciones televisivas (Dennis Kelly y Felix Barrett) y cinematográficas. Estas últimas, ofreciendo nuevas perspectivas, inquietudes y ansiedades alrededor de este modo de entender el mundo desde lo pagano, las raíces telúricas, lo ancestral, la otredad o la barbarie, y gracias a cineastas como Ben Wheatley (Kill List, Sightseers, A Field in England), Ari Aster (Midsommar, Hereditary), Emma Tammi (The Wind), M. Night Shyamalan (The Village), Robert Eggers (The Witch), Alex Garland (Men) o Ti West (X, Pearl), entre muchos otros y otras.

Dentro de su amplio espectro, los resúmenes enviados para esta línea temática principal podrán seguir variaciones como las siguientes:

1) La investigación y la reflexión teórica alrededor de lo folclórico, lo mitológico, y la narración popular (cuentos, leyendas, canciones, etc.) conectadas con lo fantástico o con las ficciones del terror rural en sus diversas modalidades de expresión: estudios, corrientes, movimientos, obras y autores y autoras destacados.

2) El concepto y las derivaciones de lo folclórico y el terror rural o Folk Horror, y su vínculo con los diversos modelos de la cultura audiovisual y las nuevas tecnologías: su imbricación en el cine, las series televisivas, el cómic, los videojuegos, la realidad virtual, el teatro, las artes plásticas, etc.

3) La investigación y reflexión teórica del desarrollo y evolución de lo folclórico y el terror rural en los diversos modelos culturales y tecnológicos, y desde la perspectiva del estudio de corrientes (obras, autores y autoras destacados, etc.) y variantes sobre las que poder establecer dicha relación.

4) El folclore y el terror rural como herramienta de comunicación, reflexión o análisis social y político desde la ficción audiovisual y lo fantástico.